sábado, 10 de octubre de 2020

Gente que ayuda a gente

 

Los seres humanos somos seres sociales y lo somos porque sabemos que nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir. Estamos viviendo a causa del coronavirus unos tiempos en los que puede que los más débiles estén en riesgo de sufrir más. Las personas mayores, ancianos, niños, personas con menos dinero… Bien sea por motivos de salud, económicos o psicológicos parece que quien no esté más fuerte en estos tres pilares que sustentan a los seres humanos en su día a día, están en riesgo de sufrir secuelas.

 

Ante esto, yo te propongo que no nos quedemos de brazos cruzados. Nos necesitamos para salir adelante de esta situación complicada, compleja, distinta y que necesita de la colaboración de todos los ciudadanos. Primero, para no propagar el virus hay que ser responsable y seguir las normas. Tenemos que tener precaución en pequeños detalles (ventilación de espacios cerrados, mascarilla, higiene de manos y distancia social).

Después, debemos de cuidar de quienes veamos que nos puedan necesitar. Es sencillo, puede que tengas a un compañero de trabajo o un amigo que necesite ser escuchado, sentirse arropado en un momento determinado… estate ahí para él. Sentirse escuchado, sentirse importante para alguien a veces es la palanca para seguir adelante en un momento de dudas o incertidumbre. O  puede que te puedas permitir donar algo de dinero a Cáritas, Cruz Roja, Banco de Alimentos…, a quien consideres para ayudar a quien esté económicamente peor … hazlo. Puede que lo que tengas es tiempo para dedicarlo a alguna ONG o en tu parroquia… Hazlo… Cada uno debe estar atento a las necesidades de su entorno más cercano para arrimar el hombro y tratar de salir juntos de esta. Son pequeños detalles pero pueden cambiar grandes cosas si todos remamos en la misma dirección.

El otro día me comentaba alguien que estaba en una cafetería desayunado y entró una mujer pidiendo algo de dinero. En ese momento, el camarero se acercó a ella y quien me lo contaba pensó que le iba a decir que debía abandonar el local. Cuál fue su sorpresa cuando lo que pasó fue que el camarero le preguntó a la señora que qué quería desayunar. La sentó en una mesa, la atendió, le puso un café con unos churros y la cuidó por unos minutos. La mujer lloraba, me decía quien estuvo de testigo de ese momento.

 

Detalles sencillos, cotidianos, que pueden estar dentro de nuestra rutina del día a día pero que pueden cambiar un poco las cosas.

Tenemos que salir juntos de esta. Te emplazo a que estés atengo a quién y cómo te puede necesitar para dar una respuesta  para que como sociedad, como tribu, salgamos adelante.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Pido tu voto para los premios Ivoox de la Audiencia

 Hola, soy Rocío:


Como sabes, este blog está ligado a un podcast llamado también "La canastilla de mamá".



Este podcast lleva ya casi dos años publicando sobre temas de maternidad, salud y educación ya que soy mamá, esposa, maestra y periodista.

Te quería pedir tu voto. Sí, como oyes, tu voto porque me he presentado a los premios Ivoox de la Audiencia y necesito tu apoyo.

Mi podcast, "La canastilla de mamá", es un podcast modesto, no tiene la a nadie detrás salvo a mí misma y a ti que escuchas, le das a me gusta, compartes...

Por eso te pido que si eres oyente habitual, o si gracias a este texto me estás descubriendo y has decidido escuchar el podcast y  te ha gustado, me votes. Lo puedes hacer desde AQUÍ 

Estoy en la categoría "Bienestar y familia" y sólo hay que poner un correo electrónico y votar en donde está el logo.  Es sólo un minuto pero para mí sería de gran ayuda.

El premio es un año de visibilidad en esta plataforma de podcast líder en el mercado en español.


Muchas gracias por tu tiempo y por tu apoyo. 

¡Muchos besos!





domingo, 30 de agosto de 2020

Nuevo curso escolar... ¿seguro?

 

Comienza un nuevo curso y lo hace con la incertidumbre como protagonista.

 

Incertidumbre en la economía, en la salud y en la educación.

 

Te escribo a 30 de agosto y el día uno de septiembre los profesores nos reincorporamos a las aulas después de un curso pasado en el que tuvimos que hacer malabares para continuar, de un día para otro, con la enseñanza de manera on line. Este curso se plantea de manera presencial para Infantil, Primaria y primero y segundo de la ESO. El resto, semipresencial.

Todos los profesores durante estos meses de verano e incluso desde antes de que acabara el curso, en junio, hemos apostado por volver a las aulas. Necesitamos volver a nuestra rutina normal, a nuestras vidas que de un día para otro el COVID transformó. Necesitamos encontrarnos con nuestros alumnos, con nuestros niños, a los que echamos mucho de menos. Porque la enseñanza, por suerte, no es un trabajo en el que puedas distanciarte emocionalmente. Trabajamos piel con piel con nuestros niños a los que damos, cada día u cada minuto, lo mejor de nosotros mismos. Ellos necesitan volver para lo mismo, para recuperar su vida, para tener unas rutinas, estar con sus amigos y con sus profesores, para retomar sus estudios con normalidad. Es una necesidad.

 

¿Necesitamos volver? Sí. ¿A cualquier precio? No.

 

Espero que en unos días me pueda desdecir de mis palabras y que todo ruede solo, pero sin profesores suficientes para atender a una bajada de ratio, máximo 20 por aula, sin espacios para albergar a los nuevos grupos que se creen tras esa bajada de ratio, sin personal sanitario para atender a posibles casos, sin ventilación adecuada… Difícilmente lo veo. Dicen que prohíben las reuniones de más de diez personas y se va a llegar al doble en las clases. Posiblemente, entre chicos mayores, la distancia de seguridad se pueda conseguir, pero…, ¿con niños de tres años, de seis, es posible? Ni entre ellos ni entre el maestro y los niños.

Te confieso mi preocupación y mi incertidumbre.

A pesar de todos los pesares, todos los docentes volveremos a las aulas con todo nuestro amor, todas nuestras energías y toda nuestra fuerza y lo haremos por ti, María, que se te acaba de caer tu primer diente y estás muy contenta o por ti, Pablo, que llevas mucho tiempo sin jugar con tu mejor amigo, Mateo, y estás deseando volver a verle;  o por ti, Julia, que con 10 años y en medio de la pandemia perdiste a tu abuelo y necesitas volver al colegio para retomar su rutina. O por Manuel, que tiene a sus padres en paro y necesita volver a su cole para retomar algo de optimismo…

 

Volveremos… Y esperemos que sea para bien.

 

domingo, 12 de julio de 2020

El apego seguro e inseguro en los niños

Hoy te invito a reflexionar sobre el El apego seguro e inseguro en los niños.




Las personas nacemos indefensas y dependientes, nos unimos con el fin de sobrevivir a una figura de referencia, como nos dijo en la teoría del apego John Bowlby. Los niños nacen programados biológicamente para establecer vínculos con los demás  y más concretamente con la una figura de apego que suele ser la madre.
Por lo tanto, el apego es el vínculo afectivo que se crea entre el niño y la persona que le cuida normalmente. El cómo se forme este vínculo es la clave de la autoestima del niño y futuro adulto. El cómo se relacione con el mundo y consigo mismo se empezará a ir gestando desde el nacimiento o incluso antes.
La referencia de cómo es el mundo, los niños la toman de su casa, de sus primeras vivencias y con sus familiares más cercanos. Si viven en un ambiente lleno de amor, creerán que el mundo es un lugar amoroso. Si viven un ambiente hostil y autoritario, probablemente crean que ellos tienen poco valor. Si se les atiende amorosamente cuando lo necesitan, confiarán en su figura de apego. Si no ocurre esto, la situación puede ser diferente.



Por lo tanto, partiendo de estas vivencias, se establece que los niños pueden crecer teniendo un apego seguro o uno inseguro.

Se cree que cerca de 1/4 de los niños tienen un apego inseguro y cerca de ¾, apego seguro.

¿De qué depende? De cómo le trate la figura principal de apego, generalmente la madre, durante los primeros meses de vida.

Los seres humanos, como mamíferos que somos, y la especie más dependiente del planeta, estamos programados para estar con nuestra figura de referencia el máximo tiempo posible con el fin de sobrevivir. Imaginaos hace miles de años nuestros antepasados. Si dejaban a una cría sola para irse a cazar, esa cría moría. El cerebro de nuestros pequeños no está en ese sentido muy lejos de aquello, buscan atención y contacto físico como manera de supervivencia.

Freud y Skinner creían que el fundamento del amor entre la madre y el hijo estaba basado en la alimentación que proporcionaba la madre.

En 1961 Harlow, hizo un experimento con monos bebés para demostrar que el vínculo se establece a través del contacto físico y el afecto.
Separaron varios monos al nacer de sus madres y se les crió en una jaula con dos especies de muñecos que hacían las funciones de madre:

Una de alambre y tenía un biberón
Otra de felpa pero SIN leche.

Se comprobó que las crías sólo iban a la del biberón cuando tenían hambre, el resto del tiempo estaban con la del pelo que era con la que establecieron una relación de protección. Igualmente, cuando introducían algún elemento que pudiera asustar a los monitos, éstos corrían a refugiarse en su mamá de fieltro.
Se demostró con este experimento, que ciertamente es un tanto cruel, que las crías no desarrollaban apego únicamente por el alimento, sino que era por el contacto físico.
Los monos empezaron a manifestar problemas psicológicos graves:
Un tercio de ellos  se quedaron arrinconados en una esquina de la jaula muy tristes.
Otro tercio desarrolló conductas agresivas.
El resto murió de pena.

Para identificar qué tipo de apego tiene un niño existe una prueba relativamente rápida que hacen los psicólogos. Se llama el test de la situación extraña y que se empezó a hacer con niños de entre un año o año y medio sobre 1960 gracias a Mary Ainsworth.
Con él se trata de observar cómo reacciona el niño cuando se le separa durante unos minutos de la figura de apego y se le obliga a explorar el mundo por su cuenta. Esta situación, por lo tanto, no es comparable con las reacciones que puedan tener nuestros niños al dejarles en las guarderías ya que allí pasan mucho más tiempo que los tres o cuatro minutos en los que se basa este test.

Se habla de que hay, en líneas generales, dos tipos de apego:
Apego seguro
Apego inseguro.

Os explico en qué consiste:

Imagínate a una madre y a su hijo de año o año y medio en una habitación con juguetes y cosas para descubrir y experimentar.
El niño con apego seguro cuando está en esa habitación con su madre se mueve con seguridad para explorar lo que hay a su alrededor.
Se le pide a la madre que salga de la habitación sólo unos minutos, cerca de tres.
El niño con apego seguro llora cuando le dejen solo. A la vuelta de esos tres minutos, entra la madre, el niño pide a su madre que la coja y ahí el niño se calma para seguidamente seguir jugando y experimentando de manera tranquila y segura con lo que tiene alrededor. Su madre, por lo tanto,  es la base segura desde la que conocer el mundo.
La clave de este test radica en cómo reacciona el niño a la vuelta de su madre.


Ahora veremos qué sucede con los niños con apego inseguro en esta misma situación.
Tenemos a la madre y al hijo, igual que antes, en una habitación con cosas con las que jugar y experimentar.
La madre sale, vuelve a la sala como en el anterior ejemplo, pero esta vez cuando el niño está en brazos de su madre, se retrae, no la mira ni la abraza. Estamos ante un tipo de apego evitativo… Son niños que han aprendido que comunicar a sus madres sus necesidades afectivas no vale de nada ya que ellas no responden. Puede que no haya mayor pena para un niño que no sentir el abrazo de una madre cuando la necesitas, así que es preferible no pasar por el rechazo.
Suele ocurrir  cuando la mamá o figura de apego no hace caso al niño cuando llora pensando que así le va a acostumbrar a los brazos..

Por último, en este experimento:
Misma sala.  Otra madre con su hijo. Esta vez vamos a observar un apego inseguro resistente.

Ahora el niño casi no se separa de su madre para jugar con lo que tiene a su alrededor.
Cuando la madre abandona por unos minutos la sala, el niño rompe a llorar igual que en las anteriores ocasiones, pero cuando la madre llega, el niño se resiste a ser consolado (por eso apego resistente) y además no establece vínculo con su madre, la rechaza en cierta manera. Quiere estar con ella pero no sabe cómo.
Las mamás o figuras de referencia de este tipo de niños suelen ser excesivamente protectores y no les dejan experimentar por sí mismos el mundo que les rodea por miedo a que les pase algo, como caerse o cosas así, y no les dejan desarrollar su independencia y autonomía.
Existe una manera más de apego inseguro que es el llamado apego desorganizado que lo encontramos, desgraciadamente, en niños que han sufrido maltrato infantil.

Esta prueba, como te decía anteriormente, se hace con niños de entre un año y año y medio y no es comparable la reacción que tienen en este experimento con cómo reaccionan cuando les recogemos en la guardería porque el tiempo que pasan allí es muchísimo más que estos minutos en los que se basa el  test de la situación extraña.


¿Qué consecuencias pueden tener los niños con un apego inseguro?:

-        Problemas en sus relaciones personales
-        Dependencia emocional
-        Falta de empatía
-        Pueden ser niños más desobedientes o agresivos
-        Menor capacidad para resolver problemas



La relación entre una madre y un hijo es una relación privilegiada e inigualable.
Para crear un apego seguro es importante crear rutinas en casa desde que es pequeñito. Saber qué es lo que viene después relaja y da seguridad a los niños.
Abraza a tu hijo todo lo que quieras y te pida el cuerpo. No le vas a costumbrar mal por quererle y proporcionarle alimento espiritual a través del amor, la complicidad, los arrullos y la ternura…
Cuida, siempre que puedas, personalmente a tu hijo: dúchale tú, péinale, leele un cuento, juega con él, recógele del colegio y escúchale cuando te hable y cuéntale tú también tus cosas, cómo te ha ido el día, qué te gusta, qué no… Hazle sentir, en definitiva, importante.

Como dice Álvaro Bilbao, la infancia es el jardín donde jugamos de mayores. Nosotros como padres podemos hacer que nuestros niños vivan llenos de seguridad y empatía gracias a cómo les eduquemos. Si los primeros años no han sido buenos, por la causa que sea, siempre podemos tratar de enmendar parte de lo que se hizo mal en el pasado.

Amor, paciencia, constancia, consistencia, seguridad, libertad y autonomía serán las claves de una buena educación emocional.


lunes, 22 de junio de 2020

La ansiedad en los niños








Me puedes escuchar en las habituales plataformas de podcast: Ivoox, Google podcast, Spotify...


Lo primero que te puedo decir es que la ansiedad, como tal, no es mala. Porque, ¿qué es la ansiedad?
Voy a empezar hablando en general y primeramente me voy a centrar en la ansiedad de adultos. ¿Por qué? Porque muchas veces la ansiedad que tienen los padres se puede traspasar a los hijos. Si nosotros como padres sabemos identificar y minimizar nuestra ansiedad muy seguramente estemos ayudando a que nuestros hijos crezcan más sanos en este aspecto.

La ansiedad es un mecanismo de adaptación al medio que nos ayuda a que nuestro organismo responda ante un estímulo que puede ser peligroso para nosotros en un momento determinado. Se produce en un momento puntual, por ejemplo, si vemos que viene un coche hacia nosotros, huiremos. Por lo tanto, la respuesta es positiva. La ansiedad puntual es positiva porque nos ayuda a sobrevivir ante una amenza.
El problema es cuando esta sensación de continuo estado de alarma se cronifica, cuando no hay un motivo concreto que nos haga sentirnos así. cuando pasan más de seis meses según el  CIE 10, manual para diagnosticar este tipo de enfermedades.
Los adultos que sufren de un trastorno de ansiedad generalizada (TAG) muestran un miedo a no saben qué, no disfrutan de hoy y del ahora, les cuesta concentrarse, se sienten desmotivados, no son capaces de relativizar los problemas, no disfrutan de la vida cotidiana…

Bien, pues estas serían algunas de las características que pueden sufrir los adultos.
¿Cómo podemos detectar que nuestro hijo está sufriendo de ansiedad?
Lo primero que te diré es que hay miedos que son típicos de la edad de tu hijo. Es decir, que no tienes por qué preocuparte si notas que los manifiestan.
Por ejemplo, sobre los 5 años es muy normal que te empiecen a preguntar sobre la muerte o sobre los 10 tendrán más inquietudes con el tema social, de los amigos y de su físico.
También puede ser que le veas algo más nervioso o agitado si el niño está pasando por momentos de cambio profundos como puede ser una mudanza o la muerte de alguien muy querido.

¿Cuándo viene el problema? Si ves que es una preocupación persistente y excesiva.

Te voy a poner un ejemplo creo que muy gráfico:
Imagínate que tu hijo tiene mañana un examen y te dice el día anterior que está nervioso por esa prueba, pero tú le dices que no pasa nada y ya se le pasa. El problema no va a más.
Ahora bien, cuando va a la cama te dice que no quiere ir al colegio y que no le va a salir bien ese examen y no duerme bien. Bueno, obsérvale a ver qué pasa…
Siguiente estadio, va al examen y se bloquea, no le viene ninguna idea y obviamente suspende. Vas a hablar con el profesor y te dice que no sólo está así en esta materia ni en clase si no que observa que está así con frecuencia. Ahí es cuando, posiblemente, tenemos el problema.



Posibles síntomas físicos:
-        Les duele más la tripa
-        Tengan dificultad para concentrarse
-        Tengan ataques de hambre, ese hambre emocional del que se habla
-        Tenga problemas de autoestima
-        Tics nerviosos como tirarse del pelo o comerse las uñas
-        Tensión muscular
-        Mareos
-        Está más sensible y llora sin aparente razón…
Obviamente, si crees que tu hijo necesita de ayuda, te recomendamos que vayas al pediatra o a un psicólogo infantil.

¿Cómo creo yo que puedes ayudar a tu hijo a no caer en la ansiedad?
Hablábamos antes de que uno de los síntomas es la falta de autoestima, la falta de seguridad de sí mismo.
Bien, pues lo que tendremos que trabajar desde casa y desde el colegio es precisamente esto.
En el episodio número 18 hablamos de los padres helicóptero, es decir aquellos que tratan de allanar tanto el camino a sus hijos que casi no les dejan autonomía con el fin de que no tengan ningún fallo y así creen que serán más felices.
Los niños de padres sobreprotectores desarrollan menos competencias emocionales y a la larga son más inseguros, como nos dijo la psicóloga Silvia Álaba.

En otras palabras, y como decía María Montessori, “no debemos ayudar a un niño que se siente capaz de lograr algo por si solo”.
Cuando un niño logra por sí mismo un objetivo que se ha marcado, su autoestima crecerá así como la confianza en sí mismo. Por no hablar de que habrá aprendido a hacer algo que antes no sabía y por ello será más autónomo e independiente.
Debemos dar a nuestros hijos autonomía.
Otro punto importante y que va ligado a lo anterior, es que sepan que confiamos en ellos. ¿Cómo? Dándoles responsabilidades
Por ejemplo, dándoles tareas en casa. Que pongan la mesa, se ocupen de su cuarto o cuiden de un hermano pequeño si tienen, que ellos se ocupen de preparar la mochila para el día siguiente y no sus papás…
Si ven que sus mayores confían en ellos y que son capaces de responderles a esa confianza, su autoestima crecerá.
Otro punto importante es que desarrollemos vínculos positivos con nuestros hijos, que sepan que estamos ahí para ellos en todo momento e incondicionalmente. Nosotros, sus padres, somos sus referentes, sus pilares. Si nosotros les respondemos cuando lo necesitan, verán que se puede confiar en el mundo. Si no estamos cuando nos necesitan, lo más normal es que crezcan con una cierta desconfianza. “Si no puedo contar con papá o mamá lo más normal es que tampoco con el resto del mundo”. Esto generará ansiedad, falta de confianza en uno mismo, baja autoestima…
Como veis, es todo una rueda…



Más puntos que creo que te pueden ayudar a que tu hijo se sienta seguro consigo mismo y del entorno.
Ofrécele mensajes positivos sobre sí mismo. Cada cambio, cada mejora que un niño logra es producto de un esfuerzo por su parte. Por ejemplo, que se siente a hacer los deberes solo y en un tiempo prudencial. Si ves que va adquiriendo ese hábito, díselo. Dile que cada vez lo hace mejor y así estarás reforzando esa conducta. No des por hecho que esa mejora es lo que debe de ser, díselo igual que te gustaría que te lo dijeran a ti si has mejorado en algo.
Valida sus sentimientos.
Si ves que tu hijo tiene ansiedad, no le digas que no es nada… Trata de empatizar con él.
Pregúntale cómo se siente, ¿qué es lo que le pasa…? Como sabes, y como nos dijo Daniel Goleman y como ya hablamos en el episodio número 16 que lo dedicamos a la inteligencia emocional, es importante aprender a ponerle nombre a nuestros sentimientos.
Sólo nombrando algo el ser humano es capaz de entenderlo.


Como ves, nosotros como padres podemos ayudar muchísimo a nuestros hijos a que crezcan con un percepción muy positiva y segura de sí mismo y de su entorno.

Antes de cerrar el tema, quería hablarte del frasco de la calma.
Este es un recurso Montessori que se emplea mucho en los colegios para ayudar a los niños a relajarse y a concentrarse y que puede que a ti, en casa también te sea útil.
Esto no es más que un bote lleno de purpurina ,agua, colorante y pegamento que ayudará a rebajar los momentos de enfado o nervios de nuestros hijos.
¿Qué necesitas para hacerte un bote de la calma?
-        Un bote de cristal o una botella de plástico sin etiquetas ni dibujos. Totalmente trasparente.
-        Purpurina, te recomiendo que elijas colores que transmitan paz como un azul.
-        Pegamento trasparente
-        Colorante
-        Una cuchara sopera y otra de postre
Cómo lo hacemos
-        Vierte el agua templada en el bote.
-        Añade dos cucharadas de pegamento al agua. Ten en cuenta que cuanto más pegamento más tardará la purpurina en descender y más efecto tranquilizante tendrá.

-        Añade dos o tres cucharaditas de postre con la purpurina y remueve para que se mezcle todo bien.

-        Echa dos o tres gotas de colorante para darle color al agua

-        Cierra el bote y ya lo tienes.

Te resumo antes de terminar, lo que te he contado sobre el tema de hoy, sobre la ansiedad infantil:
1.- Como padres, debemos detectar nuestra propia ansiedad para no transmitírsela a nuestros hijos.
2.- Dolor de tripa, problemas para concentrarse, hambre excesiva… Son algunos de los síntomas físicos que nos pueden alertar. Si ves que tu hijo se preocupa por algo de manera excesiva durante mucho tiempo puede ser otro de los motivos de alarma.
3.- Como padres debemos ayudar a nuestro hijo a reconocer sus sentimientos, a crecer en autoestima dándoles responsabilidades y dejándoles cometer sus propios errores.
4.- Te he hablado del bote de la calma.


miércoles, 17 de junio de 2020

Literatura infantil para transmitir valores


A través de la literatura, podemos transmitir una serie de valores a nuestros niños. De ahí, que elegir bien los cuentos que les vayamos sea tan importante para su formación y educación.
En esta ocasión, y tras haber dedicado tres episodios a la literatura infantil, queremos haceros otras tres propuestas:
"Elmer", "Prohibida la entrada a los elefantes" y "Cinco minutos de paz". Seguro que os encantarán.

"La canastilla de mamá" en Youtube




martes, 19 de mayo de 2020

Las pantallas y los niños


Escúchalo en Ivoox

https://www.ivoox.com/e-26-las-pantallas-ninos-audios-mp3_rf_47247121_1.html


Vas en el metro y ves a un niño en el carrito viendo unos dibujos en el móvil, vas a la peluquería y te dicen que si le ponen al niño unos dibujos para que se quede quieto, estás de viaje en el coche y ves en la carretera dentro de sus coches a algún niño en sus asiento bien callado y quieto viendo algo en una pantalla… ¿Te suenan estas escenas? ¿Las has visto por la calle?
El uso de las pantallas se está extendiendo cada vez más y no sólo en los niños, en los adultos, también.
Posiblemente, las prisas y el cansancio del día a día nos ha llevado a delegar parte del tiempo que deberíamos estar con nuestros hijos en las pantallas: televisión, videojuegos..., pero,, ¿esto es lo que necesitan nuestros hijos? ¿su cerebro está suficientemneente maduro para recibir este tipo de información y estímulos?
En 2013 la  Asociación Japonesa de Pediatría  lanzó una campaña con el lema “no permitas que el smartphone sea una niñera de tus hijos”. Y en 2018 la Academia Americana de Pediatría (AAP) advertía a los padres de los peligros de usar la tecnología como “un chupete emocional”
Según la Organización Mundial de la Salud, hasta los dos años los niños no deben interactuar con ninguna pantalla. Cero minutos.
De los dos a los cinco, cuanto menos, mejor y nunca más de una hora al día.
Según Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y psicoterapeuta, hasta los seis años los niños deberían estar alejados de las pantallas.  Y según Rocío Juárez, neuropsicóloga, de los 6 a los 12, debería ser una hora y supervisado por sus padres . De los 13 a los 15 una hora y media  y también con supervisión y a partir de los 16, podría ser dos horas pero no en sus dormitorios para seguir atentos a lo que ven nuestros hijos.

¿Por qué nos dicen que las pantallas no son buenas para nuestros hijos? ¿No eran “nativos digitales?
Las pantallas, los moviles, videojuegos…, crean una fuente de estímulo externo en el niño que su cerebro inmaduro aún no está preparado para gestionar. Muchos colores, movimientos muy rápidos
Los dispositivos, según los expertos, crean adicción. Se dice que pueden engancharles tanto como un schock de heroína. Así que cuando se le plantea al niño que deje la pantalla y se ponga a jugar puede que te diga que no… La recompensa que el cerebro recibe con el videojuego es mucho mayor que jugando con los legos
 El niño entra en un círculo de recompensa inmediata a través de la hormona dopamina. Esa pantalla les produce fascinación. Pero esa actividad es pasiva, no están buscando información, ni experimentando en el campo, ni estamos fortaleciendo la atención del niño. Es una actividad sedentaria y apática. Pierden, por a tanto, capacidad de asombro.
Por otro lado, tampoco damos oportunidad para que el niño se aburra, se frustre con ese aburrimiento y se las tenga que ingeniar para crear una nueva distracción, experimentar, crear…
Muchos estudios marcan la hipótesis de la relación del mal uso de las pantallas con el incremento de la falta de atención en los niños, hiperactividad o depresión. Cuando nuestros niños se enganchan y pasan muchas horas viendo dibujos animados con un ritmo trepidante, lo que luego ellos van a esperar del mundo real es que tenga ese ritmo, esa velocidad y, obviamente, no pasa. El mundo, así, se les hace más aburrido, la atención decae y la capacidad de frustración aumenta; el asombro, como decíamos anteriormente, también. En las escuelas se está notando cada vez más y se plantea como un problema la falta de atención de nuestros niños para atender a una clase de duración norma, unos 45 minutos o una hora.
Debemos volver a lo de toda la vida: es decir, que el niño juegue, se aburra, experimente, pinte, se manche, cante, baile y haga ruido, que es como siempre nos hemos educado.
Si hablamos de que los niños están “enganchados” a las pantallas no podemos obviar que los padres en muchos casos, también. Los niños tienen desarrolladas una serie de neuronas llamadas neuronas espejo, que lo que hacen es imitar todo lo que ven a sus padres. Si nos ven leyendo un libro, pintando o haciendo bricolaje, tenderán a imitar esas acciones al igual que si nos ven con el móvil imitarán esta otra. Entonces, primera medida, creo yo, sería que los padres se desengancharan del móvil, tableta o videojuego cuando estén con sus hijos. Volver a lo de siempre. Sentarnos en el suelo con ellos y jugar a las muñecas, pintar juntos, leer un cuento o hacer figuras de plastilina.
Con esto sí que estaremos fomentando vínculos con nuestros hijos a través de este juego y experiencias positivas, su cerebro estará interactuando con el mundo de una manera normal y pausada, por lo tanto no estará acelerado y será capaz de gestionar mejor sus emociones tales como la frustración, la ira o el aburrimiento. No estaremos a través de la pantalla tapándolas para que el adulto disponga de unas horas de descanso.
Entiendo que el mundo en el que vivimos agota y muchas veces preferimos ir por la vía fácil y que se distraigan estando quietos y en silencio antes que ayudarles a gestionar su juego o su aburrimiento; a escucharles pelearse con los hermanos  porque no se hayan puesto de acuerdo en algo  o que se manchen hasta arriba pintando con las témperas, pero todo esto les va a proporcionar experiencias reales, positivas y en las que tendrán que aprender a gestionar la  frustración si algo no sale bien dentro de ese juego, espera del turno si es necesario, o a experimentar si la actividad lo requiere.

Por otro lado, los niños necesitan para su desarrollo psico motor  hacer ejercicio, moverse. Ver a un niño sentado continuamente, no es normal, no es natural… Y, como sabemos, están aumentando los índices de obesidad
Según el estudio PASOS de febrero de 2019, 63,6% de los niños y adolescentes no llega a los 60 minutos de actividad física moderada o vigorosa al día, recomendación de la OMS.  Y unidos a estos datos, tenemos que los niños españoles pasan una media de 5 horas diarias frente algún tipo de pantalla…
Os quería traer un dato que llama la atención.
Leo en el diario el país el pasado 24 de marzo de 2019 el siguiente titular:
“Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas”.
Este artículo firmado por Pablo Guiomón decía que en Sillycon Valley, los hijos de los que  piensan y producen la tecnología como Apple o Google van a escuelas en las que no se utilizan las pantallas hasta llegar a la Secundaria.

“No creemos en la caja negra, esa idea de que metes algo en una máquina y sale un resultado sin que se comprenda lo que pasa dentro. Si haces un círculo perfecto con un ordenador, pierdes al ser humano tratando de lograr esa perfección. Lo que detona el aprendizaje es la emoción, y son los humanos los que producen esa emoción, no las máquinas. La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, su capacidad de concentración. No hay muchas certezas en todo esto. Tendremos las respuestas en 15 años, cuando estos niños sean adultos. ¿Pero queremos asumir el riesgo?”, se pregunta Pierre Laurent, padre de tres hijos, ingeniero informático que trabajó en Microsoft, Intel y diversas startups, y ahora preside el patronato del colegio.
En el artículo de El país, podemos seguir leuyendo lo siguiente:

Los pioneros lo tuvieron claro desde muy pronto. Bill Gates, creador de Microsoft, limitó el tiempo de pantalla de sus hijos. “No tenemos los teléfonos en la mesa cuando estamos comiendo y no les dimos móviles hasta que cumplieron los 14 años”, dijo en 2017. “En casa limitamos el uso de tecnología a nuestros hijos”, explicó Steve Jobs, creador de Apple, en una entrevista en The New York Times en 2010, en la que aseguró que prohibía a sus vástagos utilizar su recién creado iPad. “En la escala entre los caramelos y el crack, esto está más cerca del crack”, apuntaba también en The New York Times Chris Anderson, exdirector de la revista Wired, biblia de la cultura digital.

Pues bien, visto lo visto, que las pantallas crean adicción, que no les deja desarrollarse ni emocional, ni social ni físicamente como deberían, que les resta atención y luego esto repercute en sus resultados académicos, que no les ayuda a gestionar emociones básicas y diarias como es el aburrimiento la frustración, que no les ayuda a dejar volar la imaginación, que están aumentando peligrosaente los índices de obesidad infantil…. Con todo esto, yo recomendaría volver a la vida de siempre. Juego experiemental, correr con los ánimos, aire libre en el parque o en el campo, ejercicio y por qué no, aburrimento que es muy sano.


¿Cómo preparamos la llegada de un hermanito a la familia?

Escúchalo en Ivoox

https://www.ivoox.com/e-29-como-preparamos-llegada-un-audios-mp3_rf_49646467_1.html 



¿Cómo vamos a preparar la llegada de un hermano a la familia?
 
Creo que es importante que el hermano mayor, o mayores, sean partícipes y de que van a tener un hermano pequeño desde el embarazo. Puede que no se lo digamos al principio de la gestación porque nueve meses puede ser mucho tiempo de espera pero sí que vaya empezando en su cabeza el proceso el cambio porque tras el parto mucho le va a cambiar en su vida. A mejor porque creo que tener un hermano es uno de los mejores regalos que un padre puede hacer a sus hijos pero es un cambio, habrá una crisis que habrá que resolver y un duelo por el que pasar antes de que esas relaciones se hagan fuertes y duraderas.

Un momento muy especial para la familia es cuando los hermanos se encuentran por primera vez. Nosotros, mi marido y yo, intentamos que fuera un momento especial y de intimidad entre ellos dos, que fuera lo más mágico posible para el mayor. Ese es un momento único y genuino en la vida de ese recién estrenado hermano mayor.
A partir de ahí, toda su vida como era antes va a cambiar y hay que acompañarle en ese cambio, en esa crisis para que salga de ella con una victoria.
En alguna ocasión he escuchado eso de que “quiero intentar que mi hijo note lo menos posible que ha llegado un hermanito”. Lo cierto es que eso es bastante difícil que ocurra porque el hermano está en casa, resta tiempo de mamá para estar con el mayor porque tiene que darle el pecho constantemente o el biberón, la madre está cansada después de dar a luz… En fin,difícil que el mayor no se dé cuenta del cambio.
Lo que sí creo que sería interesante es tratar de buscar momentos de exclusividad con el hermano mayor o mayores. Momentos en los que se vuelva a sentir único y en los que reciba toda la atención y el amor de su padre o de su madre.
Otro punto vital es dejar que el o los hermanos mayores expresen sus sentimientos.
Lo más normal es que puedan sentir rabia, celos, tristeza… Nosotros como padres debemos acoger esos sentimientos y decirle, entiendo que te encuentres así, todo esto no es fácil… No reprimimos sus sentimientos, sino que los compartimos y los acompañamos. Esto va  a ayudar al hermano mayor a no sentirse culpable por lo que siente, a verbalizar sus sentimientos y por ello a comprenderlos mejor.



La llegada de un nuevo miembro a la familia es un cambio muy potente ya que  hay que redistribuir roles y esto lleva un tiempo.



También puede ocurrir, especialmente en nosotras, que nos sintamos algo culpables por la llegada del hermanito de cara al mayor. Que veamos que le hemos quitado su lugar de único, que al verle más irritado e irritable nos planteemos que qué hemos hecho con lo bien que estaba antes el niño sin esos sentimientos tan difíciles de gestionar. Este sentimiento también es muy común pero creo que hay que aceptarlo y pensar que dar un hermano es el mejor regalo que le podemos dar a nuestros hijos. Será un compañero, un amigo, un confidente, un cómplice y un aliado para toda la vida. Merece la pena todo el esfuerzo familiar y vital que conlleva.

Para que todo se vaya ordenando y acomodando poco a poco en la familia y sin fisuras, creo que es importante que cada hijo sienta que tiene su lugar en la familia en el que se le quiere, se le acepta y se le protege. Un lugar legítimo y valioso por el cual no tiene que competir con nadie porque ya es suyo. Si un niño siente que se le quiere tal y como es no tendrá que competir por el amor porque ya lo tiene.

Como decíamos anteriormente, es importante dejar expresar los sentimientos de nuestros hijos y un sentimiento muy relacionado con la llegada de un hermano son los celos.
Decir a un hijo que no debes estar celoso o que los celos son malos es ir contra natura. Es normal que lo esté y es posible que notéis un retraso en su maduración. Si antes no se hacía pis, ahora lo hará. Si antes dormía toda la noche del tirón, ahora no. Si antes hablaba como un niño mayor, ahora querrá parecer un bebé… Todo por volver a recuperar la atención y la protección de sus mayores. Por eso os digo que es necesario que pase tiempo a solas con sus padres en algunos momentos para, así, recuperar su estado de exclusividad; que tenga su lugar en la familia y sienta que nadie se lo puede arrebatar, que se sienta seguro.


Hay niños que puede que no expresen esos celos tan abiertamente y lo que hagan es querer estar más cercanos y pendientes de sus hermanos, como un hermano mayor muy responsable. Puede que entre todo eso lo que podamos encontrar sean unos celos un poco encubiertos ya que así se sigue sintiendo más cercano a sus padres.


Para que tenga su sitio en exclusividad en la familia y se sienta seguro es importante no comparar a los hermanos. Cada uno es diferente y cada uno debe sentir que se le quiere tal y como es. En el momento en el que los padres comparamos a los hijos estamos fomentando la competición y la rivalidad entre ellos porque en esa comparación siempre habrá uno que salga mejor parado que el otro. Así que jamás compararles.

Una vez que los hermanos creen es importante enseñarles a cooperar entre ellos.
Para ello, creo es importante que ellos sientan que forman un equipo, el equipo de los hermanos en el que ellos juegan, se pelean, se reconcilian y crecen juntos. Para ello, puede que sea necesario que nosotros como padres intervengamos lo menos posible en sus disputas para que aprenden a negociar y a ceder entre ellos solos. Para que aprendan a dirimir diferencias entre hermanos, entre iguales. Los padres es mejor que sólo intervengamos si vemos que hay violencia entre ellos. Mientras tanto, yo os recomendaría que les dejéis aprender a limar sus diferencias, a que aprendan a ser hermanos, que como todo lleva de un tiempo y de un aprendizaje.

Tener un hermano es el mejor regalo que un padre puede dejar a un hijo. Un hermano es complicidad, amistad, intimidad, compañía, sinceridad, amor lleno de mucho sentimiento, el nexo de unión con tus orígenes, con tus padres para toda una vida… Aunque haya peleas y momentos de desencuentro, la relación entre hermanos es única e insustituible. Doy gracias a mis padres por tener una y espero que mis hijos también disfruten de ese inmenso regalo que es tener un hermano…

Salud mental ante el coronavirus



Escúchalo en Ivoox:

https://www.ivoox.com/e-31-la-alimentacion-nuestros-ninos-audios-mp3_rf_51131706_1.html

Te confieso que he tenido unos días en los que me he sentido más baja de ánimos, más apática y con menos energía. Tantos días en casa, tantas malas noticias que me llegan del exterior, porque por suerte en mi familia no estamos teniendo problemas de salud, la poca perspectiva de que esto cambie a medio  o corto plazo, el desgaste de estar trabajando desde casa, el trabajo de la casa (comidas, lavadoras, limpieza…), estar todo el día con los niños sin un momento de descanso o desconexión junto con las tareas que les ponen o las actividades que yo les propongo para estimulares, enseñarles o entretenerles…
En fin, llegó un momento que no podía más…

Me imagino que tú estarás por el estilo… De hecho, hoy leo en el ABC que “los españoles se sienten cada vez más tristes y deprimidos tras dos meses de reclusión”, según el Barómetro GAD 3.

Por eso decidí cambiar de mentalidad y te invito a que te unas conmigo si te encuentras también un poco bajo de ánimos. Mi marido siempre me dice que hay que adaptarse a todas las situaciones que la vida nos va planteando. Me he propuesto tener la mente positiva, quejarme menos y actuar más. Como objetivo me he marcado acercarme a los clásicos en la literatura. Así que hace unos días he empezado a leer Madame Bovary.
¿Y tú? ¿Te animas a plantearte retos?, ¿retos que te hagan estar mejor contigo mismo? Me gustaría que se hiciera una cadena de buenos pensamientos y acciones y que entre todos, las compartiéramos.
Por eso he puesto el correo electrónico del programa, lacanastillademama@gmail.com  a tu disposición para que nos lo cuentes y nos animes a dar el paso, salir de pensamientos negativos y a estar más feliz. Los tiempos no son fáciles pero nuestra actitud nos puede ayudar a mejorarlos un poquito.
Mándame un correo electrónico o mejor aún una nota de voz contándome tus objetivos y en el próximo podcast lo pondremos. Hagamos una cadena de acciones que nos hagan sentir mejor
¿Te animas?