domingo, 22 de mayo de 2022

Cómo ser madre y no morir en el intento

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Tengo a varias amigas que o van a dar a luz y otra acaba de ser mamá. Camino por la calle y veo barriguitas que se van asomando entre los vestidos

Las miro y pienso: la vida les va a cambiar en breve aún más de lo que el embarazo les ha cambiado.

 

La maternidad es ese caudal que lo inunda todo. Que no deja a ninguna mujer indiferente, nada volverá a ser igual una vez que te quedas embarazada. Tus preocupaciones, tus miedos, incertidumbres y alegrías van a pasar por esas criaturas que has parido. Tu corazón no vuelve a estar en ti sino en ellos.

Ese cambio no se puede entender si no se ha vivido. Te marca un antes y un después.

 

Por ello, y seguimos con salud mental, es imprescindible cuidar a las madres, son la base de esta sociedad porque son ellas las que, mayoritariamente, afortunada o desafortunadamente, se encarga de acompañar, educar y cuidar a nuestros niños. Al futuro. Si ellas no están bien, nuestros niños tampoco lo estarán.

 

Y parece que esta sociedad no se ha parado a pensar en los cuidados: en los niños, en los ancianos, en los dependientes. Cuidar no renta, así que no se tiene en cuenta.

 

España envejece a pasos agigantados.  En 2021 la natalidad alcanzó su peor dato en 80 años.

Nos vamos salvando, y poco, gracias a la inmigración. A esos niños que o vienen de fuera para llenar de color nuestras aulas o que ya nacen aquí. Pero los españoles que llevan siéndolo desde hace varias generaciones, no apuestan mayoritariamente por la maternidad.

 

Que ¿por qué? Parece sencillo: contratos precarios, alquileres por las nubes, una cesta de la compra imposible de pagar, salarios mínimos dentro de lo mínimo, horarios maratonianos, precio del gas, la luz, gasolina…, y falta de red, falta de tribu.

 

Necesitamos como sociedad más niños, más recambio generacional, pero esa responsabilidad que es colectiva, se vuelca casi por completo en las familias, en las parejas jóvenes y, con concreto, en las madres. Parece que no tiene mucho sentido: necesitar más niños para seguir pagando pensiones, para garantizarnos la supervivencia como especie y, a la vez, mirar a otro lado y no hacer nada para conseguir algo tan básico y natural como tener hijos.

 

Nos ponemos en que hay embarazo y esencial cuidar la salud de esa madre desde el principio Los cambios hormonales, la incertidumbre, el miedo de que todo vaya bien y más si antes ha habido abortos, no saber si tras ese parto vas a conservar tu trabajo o si no… Todo esto pesa sobre las madres.

 

Vas a dar a luz y no siempre tu parto es respetado.  El 38% de las mujeres han manifestado en España haber sufrido violencia obstétrica en el 2020. Y eso de las mujeres encuestadas… A poco que hables con mamás sabes que el dato puede ser mucho mayor y preocupante.

Y este dato es de 2020. Ha pasado una pandemia de por medio. Las mujeres no han estado acompañadas en los procesos de embarazo y parto. Puede que mucho se pueda contar de lo que han pasado.

 

Nace tu hijo. No reconoces tu cuerpo, en muchos casos te ves sola en una casa dando de mamar 24 horas. Te falta tribu, falta que te cuiden también a ti (tú también has vuelto a nacer. Se dice que una mujer nace dos veces, la primera es cuando llega al mundo y la segunda cuando nace su primer hijo), te faltan manos, te falta hablar, compartir…,  ayuda. Porque “para criar a un niño hace falta la tribu entera”, como reza un proverbio africano.

Y puede que, como le sucede a cerca del 15% de las mujeres que dan a luz termines en una depresión post parto.

Y te falta un entramado económico y social que entienda que tu hijo te necesita para sobrevivir. Por ello, se piden permisos por maternidad de mínimo seis meses. Porque ese bebé está creando su apego, relación con el cuidador principal, generalmente la madre, que de cómo sea, marcará su percepción del mundo y de los demás para el resto de su vida. Porque ese bebé puede que esté recibiendo lactancia materna y recibirla sin la madre parece una tarea algo complicada, aunque sabemos que no totalmente imposible. Pero estresante para la madre, fijo.

Como decía Diana Oliver, podemos ser madres pero sin que se note.

  

Las mujeres, las familias, nos vemos solas en esto tan básico como es criar.

En un estudio realizado recientemente por Malasmadres llamado “El coste de la concilicación” , se decía que el 65% de las mujeres tiene menos de una hora o no tiene tiempo libre para ella al día.

El 57% de las mujeres españolas ha sufrido una pérdida salarial al convertirse en madre.

El 66%  no ha pedido ayuda psicológica pese a sentirse desbordada y triste.

4 de cada 10 mujeres se ha sentido minusvalorada en su empleo o en su entorno social y el

64 % declara que llega cansada todos los días a su trabajo.

Así, difícilmente, podremos hablar de salud mental de las madres y sabemos que la salud mental de la madre va íntimamente ligada a la de los hijos.

Sólo era dedicar unos minutos a dar unas pequeñas pinceladas de las necesidades reales a las que nos enfrentamos y que parece que la bola se va haciendo cada vez más grande sin que nadie le ponga freno.

Debemos cuidar  a los niños, por ende a sus madres y poner los cuidados en el centro del proceso social. Sin cuidados no podemos avanzar como sociedad. Y lo estamos viendo: no nacen niños.

¿Qué vamos a hacer?


https://www.youtube.com/watch?v=txvH6dKRsW0