Te escribo un 24 de diciembre por la mañana. Todos duermen, silencio en la casa y lluvia en la calle.
Hoy es nochebuena y la sensación es
más agri que dulce. Si te digo la verdad estoy desconcertada. Me imagino que tú
estarás por más o menos igual.
Estábamos esperando a que los presidentes
autonómicos y el presidente del Gobierno tomaran alguna medida para ir frenando
esta ola de contagios. No hubo gran cosa… Mascarilla en exteriores. Aunque no valga para mucho y
los científicos no lo corroboren, pero, mira, ya hemos tomado alguna medida, dirán
nuestros líderes…
Desesperación entre los ciudadanos…
Mientras tanto, la gente ya tomó sus
propias medidas… Por suerte, somos muchos los que pensamos que no necesitamos a
nadie para hacer lo que sabemos lo que tenemos que hacer. Así que se reforzó el
teletrabajo, los niños que pudieron ya se quedaron en casa (entiendo que mejor
que no se quedaran con algún abuelo porque si no, no habríamos avanzado gran
cosa…), reducción de contactos y a casa.
Llega el momento de comprar test de
antígenos. No hay. Sabemos que una manera segura, o algo al menos, de juntarnos
con nuestros familiares es hacernos antes una prueba. Furor en la población,
escasez de suministros y casi es imposible encontrarlos. No contentos, subida
de precios de estos productos (una más o una menos ya el consumidor casi no lo
va a notar, ¿verdad?).
Así que llegamos a este día yo por lo
menos desconcertada. Cansada. Harta.
Esta es una pataleta sin más y puede que
al podcast o al blog se venga llorado de casa, pero quería compartirlo
contigo.
Mientras que te escribo, está la
radio, siempre la radio, bendita radio, de fondo. Escucho a Carlos Alsina que
se ha ido a la estación de Atocha para hacer el programa de hoy.
El programa huele a calle, a lo que
siempre debería oler la radio, a gente, a vida palpitante. Te confieso que este
sonido de la vida con la ilusión de la gente que va y viene a ver a sus seres queridos me alegra.
En fin, que hoy es un día especial
por muchos sentidos y no estoy con mi mejor cara. Desconcertada, harta y con
necesidad de que todos rememos hacia el mismo lugar.
Como sabéis, siempre lo dicho. O salimos
todos o no salimos ninguno de esta locura. Toda la sociedad. Y todas las sociedades.
Vacunas para todos en todos los países, responsabilidad colectiva y decisiones
acertadas.
Sólo me queda pedírselo a Papá Noel o al niño Jesús.
Cuidaos mucho y feliz Navidad.