jueves, 7 de marzo de 2019

El descanso del guerrero

Hoy estoy en uno de esos días en el que el cansancio me sobrepasa. Intento escribir algo digno y no encuentro tema aunque, a la vez, me sobran. Un día en el que lo ideal sería meterme en la cama y dormir sin un despertador que aguarde a decirme que se ha acabado el tiempo. Leer, dormir, pasear..., y sobre todo, no tener ninguna preocupación.

Seguramente, este punto, el de la preocupación es algo que acarreamos todos los padres. Desde que esas dos rayitas aparecen en tu vida para anunciarte que vas a ser mamá, este sentimiento se apodera de tu mente. Antes vivías despreocupada y no lo sabías... Las cosas irían saliendo con más o menos esfuerzo... Después de ese día, tu vida ya no es la misma. Tu mente y tu corazón están fuera de ti.


Por eso creo que es necesario desconectar de la rutina. Necesario salir a solas con la pareja, con los amigos, la familia o en soledad. Encontrar un peréntesis. El día a día no lo pone fácil pero creo que importante parar, oxigenarte y volver con las pilas cargadas. La mente necesita descanso para rendir.

Hoy no tengo nada que decir pero muchas ganas de hacer.



martes, 5 de marzo de 2019

Este sí que es un país para viejos

Horarios laborales imposibles, penalización social y laboral por las reducciones de jornada, precios de la vivienda inaccesibles, contratos inestables, salarios irrisorios... Y con todo esto... ¿en dónde entra tener hijos?

El otro día, mientras que recogía a los niños del colegio, hablé con dos mujeres en dos momentos distintos. Las dos me contaban su imposibilidad para llegar a todo.  Las dos me decían que les cuesta atender bien a sus hijos a la vez que llevar la casa y cumplir con las exigencias de su trabajo. Exigencias que, al tener reducción de jornada para ocuparse de sus niños, se multiplican ya que tienen que sacar adelante el mismo trabajo que harían con la jornada completa.
Todas quieren estar más tiempo con sus hijos y darles más tiempo de calidad. Todas necesitan paz para educar a sus niños. Una de ellas está enferma por estrés laboral y trata de seguir yendo al trabajo en detrimento de la energía que pueda volcar en su familia.

Estas dos pinceladas pueden ser un buen reflejo de la carga emocional, laboral y social que las mujeres madres de familia de hoy están llevando sobre sus hombros. Este puede ser el reflejo de los impedimentos diarios a los que nos enfrentamos los padres de hoy.
Criar hijos no es sólo cosa de cada familia. La sociedad debería ser más consciente de que el cuidado de los niños es una tarea muy productiva a largo plazo para todos y que ha de ser mimada.

Sólo en el último año, se ha producido un descenso de la natalidad del 6%. Estamos en el peor dato desde que existen registros, en 1941,, según el INE (Instituto Nacional de Estadística).
La edad en la que las mujeres tienen el primer hijo es la más alta de toda la Unión Europea, a los 32 años. Lo que hace que el margen para poder tener más, se acorte. Sin embargo, la Encuesta de Fecundidad publicada el diciembre pasado por el INE muestra que las mujeres españolas querrían tener dos o más hijos. El motivo que les echa para atrás es la precariedad laboral y económica.

Por el otro lado, las defunciones siguen creciendo, de modo que el crecimiento vegetativo, la diferencia entre el número de nacimientos y las defunciones,  aumenta. El año pasado cerró con cifra récord de mortalidad: más de 400.000 personas. De modo que hubo 30.000 fallecidos más que nacidos...

Y mientras todo este suicidio demográfico ocurre, la vida pasa y nadie, realmente, se para a legislar y mejorar esta situación. Necesitamos estabilidad y seguridad para tener hijos, para criarles y educarles. Necesitamos horarios de trabajo acordes a las necesidades de las familias (y aquí también incluyo para el cuidado de personas mayores y dependientes). Necesitamos bajas de maternidad más amplias para que las madres, sin ningún tipo de penalización laboral, social o económica, saquemos a nuestros hijos adelante porque los que estamos haciendo es bueno para el futuro del país. Necesitamos, todos, una concienciación familiar y social para reflotar estos datos que, a mi entender, son preocupantes.

El futuro que se dibuja con estas cifras es la de un país completamente envejecido, sin niños, sin jóvenes con fuerza, ilusión y energía para emprender...

Este no es el camino que nos merecemos.

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