sábado, 10 de octubre de 2020

Gente que ayuda a gente

 

Los seres humanos somos seres sociales y lo somos porque sabemos que nos necesitamos los unos a los otros para sobrevivir. Estamos viviendo a causa del coronavirus unos tiempos en los que puede que los más débiles estén en riesgo de sufrir más. Las personas mayores, ancianos, niños, personas con menos dinero… Bien sea por motivos de salud, económicos o psicológicos parece que quien no esté más fuerte en estos tres pilares que sustentan a los seres humanos en su día a día, están en riesgo de sufrir secuelas.

 

Ante esto, yo te propongo que no nos quedemos de brazos cruzados. Nos necesitamos para salir adelante de esta situación complicada, compleja, distinta y que necesita de la colaboración de todos los ciudadanos. Primero, para no propagar el virus hay que ser responsable y seguir las normas. Tenemos que tener precaución en pequeños detalles (ventilación de espacios cerrados, mascarilla, higiene de manos y distancia social).

Después, debemos de cuidar de quienes veamos que nos puedan necesitar. Es sencillo, puede que tengas a un compañero de trabajo o un amigo que necesite ser escuchado, sentirse arropado en un momento determinado… estate ahí para él. Sentirse escuchado, sentirse importante para alguien a veces es la palanca para seguir adelante en un momento de dudas o incertidumbre. O  puede que te puedas permitir donar algo de dinero a Cáritas, Cruz Roja, Banco de Alimentos…, a quien consideres para ayudar a quien esté económicamente peor … hazlo. Puede que lo que tengas es tiempo para dedicarlo a alguna ONG o en tu parroquia… Hazlo… Cada uno debe estar atento a las necesidades de su entorno más cercano para arrimar el hombro y tratar de salir juntos de esta. Son pequeños detalles pero pueden cambiar grandes cosas si todos remamos en la misma dirección.

El otro día me comentaba alguien que estaba en una cafetería desayunado y entró una mujer pidiendo algo de dinero. En ese momento, el camarero se acercó a ella y quien me lo contaba pensó que le iba a decir que debía abandonar el local. Cuál fue su sorpresa cuando lo que pasó fue que el camarero le preguntó a la señora que qué quería desayunar. La sentó en una mesa, la atendió, le puso un café con unos churros y la cuidó por unos minutos. La mujer lloraba, me decía quien estuvo de testigo de ese momento.

 

Detalles sencillos, cotidianos, que pueden estar dentro de nuestra rutina del día a día pero que pueden cambiar un poco las cosas.

Tenemos que salir juntos de esta. Te emplazo a que estés atengo a quién y cómo te puede necesitar para dar una respuesta  para que como sociedad, como tribu, salgamos adelante.