sábado, 21 de septiembre de 2019

¿Nuestros hijos tienen demasiados juguetes?

Escúchalo en Ivoox:

https://www.ivoox.com/e-20-nuestros-hijos-tienen-demasiados-juguetes-audios-mp3_rf_41793709_1.htm

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Este mes de septiembre, lancé una encuesta en Twitter (@lacanastilla2) con el siguiente enunciado:

Esta mañana me he dedicado a ordenar y apartar juguetes de los niños. Vuestros hijos, ¿creéis que tienen demasiados juguetes?

 Contestaron 93 personas y el resultado fue el siguiente:


  •  86%, sí, demasiados.
  • 11%, los justos
  • 3%, muy pocos


El objeto de esta entrada es centrarme en esa respuesta mayoritaria del 86% que afirma que sus hijos tienen "demasiados juguetes".

A través del juego, los niños experimentan, relacionan, desarrollan su motricidad, creatividad y sociabilidad, como indica la "Guía Práctica para Padres" de la Asociación Españolad de Pediatría (AEP).

El niño cuando juega está conociendo el mundo que le rodea, está comprendiendo su yo, debe aprender a respetar las normas, observa, comprende y expresa, a través del juego simbólico, cómo es la realidad en la que vive, le enseña a tolerar la frustración porque no siempre se gana... Es decir, el juego más allá de lo lúdico, para un niño es fundamental para su formación y aprendizaje. Por ello, ya se recoge como un derecho fundamental en la Convención de los Derechos del Niño establecida por las Naciones Unidas.

El juego en el niño pasa por diferentes etapas según ya nos habló el psicólogo suizo Jean Piaget:


  1. Estadio sensoriomotor: aquí nos encontraremos a niños hasta los dos años o la adquisición del lenguaje. El tipo de juegos será muy físico y basado en la repetición de acciones con objetos o con el mismo cuerpo. El juego del cucú, tás ta, estaría dentro de esta etapa.
  2. Estadio preoperacional: tiene lugar entre los dos y los seis años de edad. Predomina el juego simbólico, es decir, imitar lo que ven a su alrededor. Juegan a ser mamás y papás, a las cocinitas o a los coches. Gracias a estos juegos aprenden y comprenden cómo funciona el mundo.
  3. Etapa de las operaciones concretas: se desarrolla entre los siete y los doce años de edad y aquí el niño empezará a usar adecuadamente la lógica para llegar a conclusiones. En esta etapa se va dejando atrás el egocentrismo, es decir, son capaces de ver las diferentes situaciones desde la perspectiva de otra persona, cosa que hasta entonces no pasaba. Una característica de esta etapa es que el niño es capaz de distinguir que la cantidad de líquido que hay en un recipiente no depende de la forma del recipiente sino del volumen que ocupa. 
  4. Etapa de las operaciones formales: desde los 12 años en adelante, incluyendo la vida adulta. En esta etapa el niño ya es capaz de utilizar la lógica para llegar a conclusiones abstractas. Conclusiones que no han de estar relacionadas con experiencias vividas por la persona. 
A todo esto, nos encontramos que, a pesar de que posiblemente, muchos de nuestros niños tengan demasiados juguetes, según una encuesta titulada "El juego y el juguete en la sociedad actual" publicada en 2010, sólo uno de cada tres niños juega todos los días. Uno de cada 3 juegan solos y esto es, principalmente, por el uso de los videojuegos, según explica Petra Pérez Alonso -Geta de la Universidad de Valencia en su estudio "Juego y familia".

Por lo tanto, nos encontramos con unos niños que tienen más juguetes de los necesarios y que, a pesar de ello, no juegan y, por ello, no se desarrollan ni intelectual, ni motriz ni socialmente como necesitarían, según las etapas del juego de las que nos hablaba Piaget, y que si juegan lo hacen en soledad y a través de videojuegos y pantallas...


Llegados a este punto, nos preguntamos: ¿qué podemos hacer?

En primer lugar, creo que sería interesante seleccionar muy bien qué tipo de juguetes vamos a regalar a nuestros hijos y llegar a la conclusión de que, en muchas ocasiones, menos es más. Cuando regalamos sin medida, el niño se acostumbra a recibir sin esfuerzo. Da por hecho que lo normal es tener muchos juguetes.
 Cuanto tiene muchos, la mente de nuestro niño, no es capaz de centrarse en ninguno de los que tiene delante, lo que hace que, al no abarcar, no juegue con ellos, lo que hace que no se desarrolle su imaginación.

En ocasiones, podemos jugar con ellos para así compartir buenos momentos juntos y, si son pequeños, enseñarles cómo utilizar determinados objetos, como pinceles o algunas construcciones.

Otra de las consecuencias negativas puede ser que el niño, al recibir tanto como desea, aunque luego no lo vaya a disfrutar, llegue a ser en algún grado, consumistas, caprichosos o egoístas.
Personalmente, limitaría muchísimo el uso de pantallas. Éstas restan concentración y capacidad de resolución de problemas, frustración, paciencia, así como imaginación en los niños, lo que ayuda a potenciar el fracaso escolar

Creo que una opción interesante, una vez que el número de juguetes se ha limitado, sería vincular el juguete al ocio, a la cultura y al deporte. Podéis regalar a vuestros hijos libros, discos, material deportivo o entradas para ir a un museo o a un concierto.
Las actividades al aire libre tampoco se deben descuidar.

Y, por último, que el regalo sea como consecuencia de algo significativo como por ejemplo, su cumpleaños o las Navidades. Yo, personalmente, no estoy a favor de que se le regalen cosas a los niños por haber sacado buenas notas o por haber finalizado el curso.



Nuestros niños tienen la necesidad y el derecho de jugar. Nosotros, como padres, debemos acompañarles, guiarles y estimularles en el juego sin sobreestimularles ya que, como decíamos antes, a través del juego, los niños comprenden cómo es el mundo que les rodea. Es decir, el juego es parte de su aprendizaje, maduración y formación como personas. Elegir bien sus juegos es una parte fundamental de su crecimiento y educación.


Escúchalo en Ivoox:


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