viernes, 22 de noviembre de 2019

La vida son etapas


En mi colegio, en donde trabajo como profesora, hay dos chicas que están embarazadas. Una de su primer hijo y otra del segundo. Cuando las miro, me entra una especie de nostalgia mezclada con envidia por lo que les está sucediendo.

Durante mis dos embarazos, me sentí llena de fuerza, energía y determinación. Dentro de mí estaban creciendo mis bebés y mis cinco sentidos se volcaron en sacarles adelante. En ambos embarazos hubo complicaciones de diferente índole, ninguno fue fácil por diferentes motivos, pero en ambos mi instinto se mantuvo fuerte.

Las mujeres tenemos la enorme suerte de poder gestar y dar a luz a nuestros hijos. Es un don no exento de dificultades y molestias, un viaje que te cambiará por completo, una aventura que, en un principio, pondrá patas arriba todo lo antes estaba asentado, un paso al frente del que sales siendo, según creo yo, mejor persona.

Miro a estas dos mujeres con su tripita incipiente, me alegro por ellas y me da cierta envidia porque sé que esa etapa yo ya la he quemado.  Ahora viene la más difícil, la de verdad: la de educar, pero rozando los 40, el momento de la fertilidad, la incertidumbre y la esperanza ya pasó.  

La vida son etapas.