viernes, 6 de enero de 2023

La crianza con más humor y menos presión

 

Escucha el podcast en Ivoox


El trabajo, la casa, las facturas, los cambios sociales, políticos y vitales que nos llevan para un lado o para otro en cuestión de días o de horas… Todo ello es una fuente de agobio, estrés y presión. Sentimientos que podemos caer en la tentación de transmitir todos estos sentimientos a nuestros hijos que no saben ni por qué les vienen esas sensaciones y que puede que tampoco sepan cómo gestionarlas.

 

Igualmente, la presión que nos metemos nosotros mismos, como padres, como madres, para tratar de llegar a todo, para ser los mejores padres del mundo, para no equivocarnos…, puede que, en ocasiones, llegue a ser desmedida.

 

Puede que esta presión así como la temida culpa  que llevamos a cuestas como una piel más dentro de la maternidad (por la falta de tiempo, por la falta de paciencia…), no nos estén ayudando a ser más naturales con nuestros hijos, a empatizar más con ellos, a saber más de su mundo, de lo que les preocupa, de sus amigos o de sus ilusiones y proyectos. Puede que tanto querer ser los mejores papás o mamás del mundo nos esté restando espontaneidad y equilibrio.

 

Por ello, en medio de este mundo caótico, cambiante y algo desesperanzador, yo abogo por el humor. Por cambiar el punto de vista y por dejarnos llevar más sin tantas presiones, sin tanto “tengo que “ y más “quiero disfrutar de “

 

¿Y cómo hacemos eso cuando estamos hasta arriba, cansados, estresados y sin tiempo para casi nada?


 

Lo primero que te diría es que cambies tu óptica, tu punto de vista, si no lo tienes ya hecho, en todos los momentos de tu vida. Es decir, no puedes mantener una forma de pensar muy cerrada, poco flexible, poco empática contigo mismo y luego pretender ser justo lo contrario con tus hijos.

 

Debemos reírnos más de nosotros mismos. Creo que esto es fundamental para desdramatizar situaciones y momentos que o puede que no sean tan grabes o que sí, pero que como modo de adaptación nos venga bien ir al problema desde al humor. Desde la distancia, de un modo más liviano y menos grave.

Y si nos reímos más de nosotros mismos es muy probable que también a la hora de estar con nuestros hijos, todo sea más sencillo.

Nos pedimos mucho como padres y como madres y eso está bien siempre y cuando esa presión no nos haga hacerlo peor… Así que relajación en el día a día y a desdramatizar.

 

Yo siempre me digo cuando pasa algo, “dentro de 20 años nos reiremos de esto”. Con esta frase, trato de quitarle hierro a lo que nos sucede.

Últimamente, la situación está para pocas risas, lo sé, pero trata de buscar humor a las cosas. Fluye más. Deja que poco a poco todo vaya encontrando su lugar. No busques la perfección, porque mientras que la buscas, te pierdes el paisaje.

 

Es decir, vamos a intentar dar distancia en nuestro día a día como padres y madres.

¿Que no hemos hecho la mejor cena del mundo? Mañana mejoraremos.

¿Que hemos perdido la paciencia? Aprendemos del error y a la siguiente lo hecemos mejor.

 

 

Otro tema que creo que nos presiona es que a los padres a veces se nos juzga demasiado. Todo el mundo sabe cómo debes educar a tu hijo, y todos sabemos cómo debemos educar a los hijos de los demás. Todo el mundo tiene recetas mágicas, pero cada uno de nosotros somos los que estamos en la arena toreando el toro, con nuestros aciertos y nuestros fracasos.

 

 

No siempre es sencillo acertar. Por mucho que leamos, escuchemos podcast o a las generaciones mayores, siempre hay fallos. Y me imagino que es lo normal y lo sano.

 

Así que asume que, como en todo, en la crianza hay fallos. Errores que te tendrás que perdonar, aprender de ellos y seguir.

Ensayo – error.

Recuerda que el aprendizaje en esto de ser padres es continuo. Siempre llegará una etapa nueva en la que lo anterior ya no vale. Igualmente, lo que te vale para un hijo, no te vale para otro. Cada persona es distinta y con cada uno de tus hijos tendrás que agudizar el ingenio de una manera diferente. Dos más dos nunca son cuatro en educación.

 




Si cada hijo es diferente, antes de ponerte a educar siguiendo unos patrones estrictos, sería conveniente que te esforzaras en conocer a tu hijo.

A saber qué le gusta, qué le preocupa, qué le cuesta más o qué le cuesta menos, qué le interesa, quiénes son sus amigos y por qué les ha elegido… Sólo conociéndole bien podrás adaptarte a su modo de ser para saber en qué debes incidir más o menos como padre.

 

Por ejemplo: puede que con tu primer hijo no tuvieras ningún problema a la hora de hacer los deberes porque se sentaba solo en su cuarto y en un rato estuviera todo bien hecho. Tu modelo de conducta de ti como padre o como madre sobre cómo actuar ante los deberes era el de que las cosas salían solas.

Sin embargo, con el segundo, imagínate, que es justo lo contrario: no se quiere sentar, se levanta miles de veces del cuarto, se pone nervioso… Evidentemente, tu forma de actuar no puede ser la misma en el primer caso que en el segundo. En el primero no hubo problemas, en el segundo tendrás que ayudarle a concentrarse, a conseguir confianza en sí mismo, a darle autonomía poco a poco, a que aprenda esforzarse, constancia…

 Tu respuesta como padre es distinta dependiendo de cada uno de tus hijos. Así que conócelos y adáptate a sus ritmos.

 

Otro punto que quiero subrayar es que la culpa, antes mencionada y tan presente en la crianza por parte de los padres, es completamente nociva. No sirve de nada. Nos hace sentirnos más pequeños, más inseguros por no haber llegado a objetivos que posiblemente no sean tan importantes.

 

Como te decía antes, hay que aceptar que el fallo está presente en la crianza. Partiendo de esa base, si un día lo haces mal, ya sabes qué tienes que mejorar para la vez siguiente. Día a día, paso a paso. Con tus momentos buenos y con tus momentos malos.

Y, además, creo que es bueno que nuestros hijos vean que metemos la pata y que rectificamos. Una manera de que aprendan a que no pasa nada cuando se falla puede que sea esta: viendo como algo normal el fallo, la imperfección e igualmente, que es algo normal también seguir aprendiendo, seguir en el esfuerzo hasta conseguir lo que uno quiere.

Nuestros hijos no aprenderán tanto de lo que les digamos como de lo que vean en casa. Así que con tu ejemplo estarás dando el mejor discurso.

 

 

Otra cosa que te diría para educar con menos presión y más sentido del humor, es que tengas claro que la función de todo padre es el de acompañar a los niños en su andadura. ¿Hasta dónde podemos acompañar? El ritmo de cada uno de tus hijos te irá respondiendo. Es importante que no tiendas a ser madre o padre helicóptero y que permitas, como parte natural del proceso, que tus hijos vayan haciendo cosas solos, aún sabiendo que habrá fallos. La idea es que logren adquirir unas rutinas, una autonomía.

 

Si el objetivo es que se monten ellos mismos su mochila todos los días, da por hecho que puede que haya días que no lo haga del todo bien. ¿Y pasa algo? No, porque habrá que seguir perseverando con la idea de que en un mes o dos, o lo que sea, tu hijo será capaz de organizarse o de hacer esa pequeña tarea por sí mismo.

 Déjale que lo haga él, acepta que va a haber fallos pero siempre con la mirada al final del camino, en el objetivo final que es que adquiera una serie de destrezas por sí mismo.

 

Para ello, es muy importante que confíes en tu hijo. Conócele, primer paso, y luego confía en sus capacidades. Y que él note, sienta que confías en él. Dale margen para volar solo. Trata de no ser eso en lo que es tan fácil caer que es ser eso que se conoce como “papa o mamá helicóptero”, de lo que ya hablamos hace mucho tiempo, en el episodio número 18, por si te apetece recuperarlo.

 

Otro punto que quería comentarte para que lleves la crianza, la educación de tus hijos con más tranquilidad, con más humor, es que lo veas como un todo. Es decir, no te obsesiones con las notas, las extraescolares… Está bien que saque buenas notas si es el resultado de un tiempo de esfuerzo, sacrificio y dedicación al estudio. Si no fueran tan buenas pero el esfuerzo hubiera sido muy grande, esas notas son buenas. Sin fisuras.

 

 Está bien que vaya a extraescolares si le gusta, le aporta y le nutre dentro de su formación íntegra como persona. Es decir, que la educación de tu hijo son los valores que le inculques, independientemente de cómo se lo inculques. Si quieres que aprenda música, el objetivo puede que no sea que sea un músico reputado, si no el placer de la cultura, la disciplina, la compañía que ofrece la música o los amigos con un fin común que puede hacer. Pero como ves, ir a clase de música va más allá.

 

Algo importante si quieres tomarte la maternidad, la paternidad, con menos presión, menos autoexigencia, con más calma, más tranquilidad y más disfrute.

 

Busca ratos para ti. Como dijimos en el episodio dedicado a los autocuidados, el número 24, hace ya bastante tiempo también de este episodio, buscar y encontrar tiempo para una misma, para uno mismo, es esencia. Trata de salir con tu pareja, con amigos, solo… Da lo mismo, pero haz cosas que te gusten.

Dato de Malasmadres:

¿Si te relaja ir a un museo? Ve al museo.

¿Si necesitas ir al gimnasio? Al gimnasio.

Cada uno tiene que buscar qué es lo que necesita para sentirse mejor. Cuidar 24 horas es muy duro y todos necesitamos nuestro momento de desconexión, de ocio y esparcimiento.

 

Y, por último, agradece. Sí, estás cansado, a veces no logras sacar el bueno humor y la alegría para tirar con todo, pero, si paras un segundo para agradecer a la vida los hijos tan estupendos que tienes, puede que todo lo veas de otra manera.

 

Trata de fomentar un ambiente en casa en el que la risa y el afecto estén presentes. Recuerda que la risa reduce el estrés y ayuda a gestionar mejor las emociones.

Un hogar en el que la risa, el humor y la alegría estén presentes es un hogar sano.

Fomenta todo lo que puedas estos valores en la educación de tus hijos.