martes, 19 de mayo de 2020

Las pantallas y los niños


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Vas en el metro y ves a un niño en el carrito viendo unos dibujos en el móvil, vas a la peluquería y te dicen que si le ponen al niño unos dibujos para que se quede quieto, estás de viaje en el coche y ves en la carretera dentro de sus coches a algún niño en sus asiento bien callado y quieto viendo algo en una pantalla… ¿Te suenan estas escenas? ¿Las has visto por la calle?
El uso de las pantallas se está extendiendo cada vez más y no sólo en los niños, en los adultos, también.
Posiblemente, las prisas y el cansancio del día a día nos ha llevado a delegar parte del tiempo que deberíamos estar con nuestros hijos en las pantallas: televisión, videojuegos..., pero,, ¿esto es lo que necesitan nuestros hijos? ¿su cerebro está suficientemneente maduro para recibir este tipo de información y estímulos?
En 2013 la  Asociación Japonesa de Pediatría  lanzó una campaña con el lema “no permitas que el smartphone sea una niñera de tus hijos”. Y en 2018 la Academia Americana de Pediatría (AAP) advertía a los padres de los peligros de usar la tecnología como “un chupete emocional”
Según la Organización Mundial de la Salud, hasta los dos años los niños no deben interactuar con ninguna pantalla. Cero minutos.
De los dos a los cinco, cuanto menos, mejor y nunca más de una hora al día.
Según Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y psicoterapeuta, hasta los seis años los niños deberían estar alejados de las pantallas.  Y según Rocío Juárez, neuropsicóloga, de los 6 a los 12, debería ser una hora y supervisado por sus padres . De los 13 a los 15 una hora y media  y también con supervisión y a partir de los 16, podría ser dos horas pero no en sus dormitorios para seguir atentos a lo que ven nuestros hijos.

¿Por qué nos dicen que las pantallas no son buenas para nuestros hijos? ¿No eran “nativos digitales?
Las pantallas, los moviles, videojuegos…, crean una fuente de estímulo externo en el niño que su cerebro inmaduro aún no está preparado para gestionar. Muchos colores, movimientos muy rápidos
Los dispositivos, según los expertos, crean adicción. Se dice que pueden engancharles tanto como un schock de heroína. Así que cuando se le plantea al niño que deje la pantalla y se ponga a jugar puede que te diga que no… La recompensa que el cerebro recibe con el videojuego es mucho mayor que jugando con los legos
 El niño entra en un círculo de recompensa inmediata a través de la hormona dopamina. Esa pantalla les produce fascinación. Pero esa actividad es pasiva, no están buscando información, ni experimentando en el campo, ni estamos fortaleciendo la atención del niño. Es una actividad sedentaria y apática. Pierden, por a tanto, capacidad de asombro.
Por otro lado, tampoco damos oportunidad para que el niño se aburra, se frustre con ese aburrimiento y se las tenga que ingeniar para crear una nueva distracción, experimentar, crear…
Muchos estudios marcan la hipótesis de la relación del mal uso de las pantallas con el incremento de la falta de atención en los niños, hiperactividad o depresión. Cuando nuestros niños se enganchan y pasan muchas horas viendo dibujos animados con un ritmo trepidante, lo que luego ellos van a esperar del mundo real es que tenga ese ritmo, esa velocidad y, obviamente, no pasa. El mundo, así, se les hace más aburrido, la atención decae y la capacidad de frustración aumenta; el asombro, como decíamos anteriormente, también. En las escuelas se está notando cada vez más y se plantea como un problema la falta de atención de nuestros niños para atender a una clase de duración norma, unos 45 minutos o una hora.
Debemos volver a lo de toda la vida: es decir, que el niño juegue, se aburra, experimente, pinte, se manche, cante, baile y haga ruido, que es como siempre nos hemos educado.
Si hablamos de que los niños están “enganchados” a las pantallas no podemos obviar que los padres en muchos casos, también. Los niños tienen desarrolladas una serie de neuronas llamadas neuronas espejo, que lo que hacen es imitar todo lo que ven a sus padres. Si nos ven leyendo un libro, pintando o haciendo bricolaje, tenderán a imitar esas acciones al igual que si nos ven con el móvil imitarán esta otra. Entonces, primera medida, creo yo, sería que los padres se desengancharan del móvil, tableta o videojuego cuando estén con sus hijos. Volver a lo de siempre. Sentarnos en el suelo con ellos y jugar a las muñecas, pintar juntos, leer un cuento o hacer figuras de plastilina.
Con esto sí que estaremos fomentando vínculos con nuestros hijos a través de este juego y experiencias positivas, su cerebro estará interactuando con el mundo de una manera normal y pausada, por lo tanto no estará acelerado y será capaz de gestionar mejor sus emociones tales como la frustración, la ira o el aburrimiento. No estaremos a través de la pantalla tapándolas para que el adulto disponga de unas horas de descanso.
Entiendo que el mundo en el que vivimos agota y muchas veces preferimos ir por la vía fácil y que se distraigan estando quietos y en silencio antes que ayudarles a gestionar su juego o su aburrimiento; a escucharles pelearse con los hermanos  porque no se hayan puesto de acuerdo en algo  o que se manchen hasta arriba pintando con las témperas, pero todo esto les va a proporcionar experiencias reales, positivas y en las que tendrán que aprender a gestionar la  frustración si algo no sale bien dentro de ese juego, espera del turno si es necesario, o a experimentar si la actividad lo requiere.

Por otro lado, los niños necesitan para su desarrollo psico motor  hacer ejercicio, moverse. Ver a un niño sentado continuamente, no es normal, no es natural… Y, como sabemos, están aumentando los índices de obesidad
Según el estudio PASOS de febrero de 2019, 63,6% de los niños y adolescentes no llega a los 60 minutos de actividad física moderada o vigorosa al día, recomendación de la OMS.  Y unidos a estos datos, tenemos que los niños españoles pasan una media de 5 horas diarias frente algún tipo de pantalla…
Os quería traer un dato que llama la atención.
Leo en el diario el país el pasado 24 de marzo de 2019 el siguiente titular:
“Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas”.
Este artículo firmado por Pablo Guiomón decía que en Sillycon Valley, los hijos de los que  piensan y producen la tecnología como Apple o Google van a escuelas en las que no se utilizan las pantallas hasta llegar a la Secundaria.

“No creemos en la caja negra, esa idea de que metes algo en una máquina y sale un resultado sin que se comprenda lo que pasa dentro. Si haces un círculo perfecto con un ordenador, pierdes al ser humano tratando de lograr esa perfección. Lo que detona el aprendizaje es la emoción, y son los humanos los que producen esa emoción, no las máquinas. La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, su capacidad de concentración. No hay muchas certezas en todo esto. Tendremos las respuestas en 15 años, cuando estos niños sean adultos. ¿Pero queremos asumir el riesgo?”, se pregunta Pierre Laurent, padre de tres hijos, ingeniero informático que trabajó en Microsoft, Intel y diversas startups, y ahora preside el patronato del colegio.
En el artículo de El país, podemos seguir leuyendo lo siguiente:

Los pioneros lo tuvieron claro desde muy pronto. Bill Gates, creador de Microsoft, limitó el tiempo de pantalla de sus hijos. “No tenemos los teléfonos en la mesa cuando estamos comiendo y no les dimos móviles hasta que cumplieron los 14 años”, dijo en 2017. “En casa limitamos el uso de tecnología a nuestros hijos”, explicó Steve Jobs, creador de Apple, en una entrevista en The New York Times en 2010, en la que aseguró que prohibía a sus vástagos utilizar su recién creado iPad. “En la escala entre los caramelos y el crack, esto está más cerca del crack”, apuntaba también en The New York Times Chris Anderson, exdirector de la revista Wired, biblia de la cultura digital.

Pues bien, visto lo visto, que las pantallas crean adicción, que no les deja desarrollarse ni emocional, ni social ni físicamente como deberían, que les resta atención y luego esto repercute en sus resultados académicos, que no les ayuda a gestionar emociones básicas y diarias como es el aburrimiento la frustración, que no les ayuda a dejar volar la imaginación, que están aumentando peligrosaente los índices de obesidad infantil…. Con todo esto, yo recomendaría volver a la vida de siempre. Juego experiemental, correr con los ánimos, aire libre en el parque o en el campo, ejercicio y por qué no, aburrimento que es muy sano.


¿Cómo preparamos la llegada de un hermanito a la familia?

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¿Cómo vamos a preparar la llegada de un hermano a la familia?
 
Creo que es importante que el hermano mayor, o mayores, sean partícipes y de que van a tener un hermano pequeño desde el embarazo. Puede que no se lo digamos al principio de la gestación porque nueve meses puede ser mucho tiempo de espera pero sí que vaya empezando en su cabeza el proceso el cambio porque tras el parto mucho le va a cambiar en su vida. A mejor porque creo que tener un hermano es uno de los mejores regalos que un padre puede hacer a sus hijos pero es un cambio, habrá una crisis que habrá que resolver y un duelo por el que pasar antes de que esas relaciones se hagan fuertes y duraderas.

Un momento muy especial para la familia es cuando los hermanos se encuentran por primera vez. Nosotros, mi marido y yo, intentamos que fuera un momento especial y de intimidad entre ellos dos, que fuera lo más mágico posible para el mayor. Ese es un momento único y genuino en la vida de ese recién estrenado hermano mayor.
A partir de ahí, toda su vida como era antes va a cambiar y hay que acompañarle en ese cambio, en esa crisis para que salga de ella con una victoria.
En alguna ocasión he escuchado eso de que “quiero intentar que mi hijo note lo menos posible que ha llegado un hermanito”. Lo cierto es que eso es bastante difícil que ocurra porque el hermano está en casa, resta tiempo de mamá para estar con el mayor porque tiene que darle el pecho constantemente o el biberón, la madre está cansada después de dar a luz… En fin,difícil que el mayor no se dé cuenta del cambio.
Lo que sí creo que sería interesante es tratar de buscar momentos de exclusividad con el hermano mayor o mayores. Momentos en los que se vuelva a sentir único y en los que reciba toda la atención y el amor de su padre o de su madre.
Otro punto vital es dejar que el o los hermanos mayores expresen sus sentimientos.
Lo más normal es que puedan sentir rabia, celos, tristeza… Nosotros como padres debemos acoger esos sentimientos y decirle, entiendo que te encuentres así, todo esto no es fácil… No reprimimos sus sentimientos, sino que los compartimos y los acompañamos. Esto va  a ayudar al hermano mayor a no sentirse culpable por lo que siente, a verbalizar sus sentimientos y por ello a comprenderlos mejor.



La llegada de un nuevo miembro a la familia es un cambio muy potente ya que  hay que redistribuir roles y esto lleva un tiempo.



También puede ocurrir, especialmente en nosotras, que nos sintamos algo culpables por la llegada del hermanito de cara al mayor. Que veamos que le hemos quitado su lugar de único, que al verle más irritado e irritable nos planteemos que qué hemos hecho con lo bien que estaba antes el niño sin esos sentimientos tan difíciles de gestionar. Este sentimiento también es muy común pero creo que hay que aceptarlo y pensar que dar un hermano es el mejor regalo que le podemos dar a nuestros hijos. Será un compañero, un amigo, un confidente, un cómplice y un aliado para toda la vida. Merece la pena todo el esfuerzo familiar y vital que conlleva.

Para que todo se vaya ordenando y acomodando poco a poco en la familia y sin fisuras, creo que es importante que cada hijo sienta que tiene su lugar en la familia en el que se le quiere, se le acepta y se le protege. Un lugar legítimo y valioso por el cual no tiene que competir con nadie porque ya es suyo. Si un niño siente que se le quiere tal y como es no tendrá que competir por el amor porque ya lo tiene.

Como decíamos anteriormente, es importante dejar expresar los sentimientos de nuestros hijos y un sentimiento muy relacionado con la llegada de un hermano son los celos.
Decir a un hijo que no debes estar celoso o que los celos son malos es ir contra natura. Es normal que lo esté y es posible que notéis un retraso en su maduración. Si antes no se hacía pis, ahora lo hará. Si antes dormía toda la noche del tirón, ahora no. Si antes hablaba como un niño mayor, ahora querrá parecer un bebé… Todo por volver a recuperar la atención y la protección de sus mayores. Por eso os digo que es necesario que pase tiempo a solas con sus padres en algunos momentos para, así, recuperar su estado de exclusividad; que tenga su lugar en la familia y sienta que nadie se lo puede arrebatar, que se sienta seguro.


Hay niños que puede que no expresen esos celos tan abiertamente y lo que hagan es querer estar más cercanos y pendientes de sus hermanos, como un hermano mayor muy responsable. Puede que entre todo eso lo que podamos encontrar sean unos celos un poco encubiertos ya que así se sigue sintiendo más cercano a sus padres.


Para que tenga su sitio en exclusividad en la familia y se sienta seguro es importante no comparar a los hermanos. Cada uno es diferente y cada uno debe sentir que se le quiere tal y como es. En el momento en el que los padres comparamos a los hijos estamos fomentando la competición y la rivalidad entre ellos porque en esa comparación siempre habrá uno que salga mejor parado que el otro. Así que jamás compararles.

Una vez que los hermanos creen es importante enseñarles a cooperar entre ellos.
Para ello, creo es importante que ellos sientan que forman un equipo, el equipo de los hermanos en el que ellos juegan, se pelean, se reconcilian y crecen juntos. Para ello, puede que sea necesario que nosotros como padres intervengamos lo menos posible en sus disputas para que aprenden a negociar y a ceder entre ellos solos. Para que aprendan a dirimir diferencias entre hermanos, entre iguales. Los padres es mejor que sólo intervengamos si vemos que hay violencia entre ellos. Mientras tanto, yo os recomendaría que les dejéis aprender a limar sus diferencias, a que aprendan a ser hermanos, que como todo lleva de un tiempo y de un aprendizaje.

Tener un hermano es el mejor regalo que un padre puede dejar a un hijo. Un hermano es complicidad, amistad, intimidad, compañía, sinceridad, amor lleno de mucho sentimiento, el nexo de unión con tus orígenes, con tus padres para toda una vida… Aunque haya peleas y momentos de desencuentro, la relación entre hermanos es única e insustituible. Doy gracias a mis padres por tener una y espero que mis hijos también disfruten de ese inmenso regalo que es tener un hermano…

Salud mental ante el coronavirus



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Te confieso que he tenido unos días en los que me he sentido más baja de ánimos, más apática y con menos energía. Tantos días en casa, tantas malas noticias que me llegan del exterior, porque por suerte en mi familia no estamos teniendo problemas de salud, la poca perspectiva de que esto cambie a medio  o corto plazo, el desgaste de estar trabajando desde casa, el trabajo de la casa (comidas, lavadoras, limpieza…), estar todo el día con los niños sin un momento de descanso o desconexión junto con las tareas que les ponen o las actividades que yo les propongo para estimulares, enseñarles o entretenerles…
En fin, llegó un momento que no podía más…

Me imagino que tú estarás por el estilo… De hecho, hoy leo en el ABC que “los españoles se sienten cada vez más tristes y deprimidos tras dos meses de reclusión”, según el Barómetro GAD 3.

Por eso decidí cambiar de mentalidad y te invito a que te unas conmigo si te encuentras también un poco bajo de ánimos. Mi marido siempre me dice que hay que adaptarse a todas las situaciones que la vida nos va planteando. Me he propuesto tener la mente positiva, quejarme menos y actuar más. Como objetivo me he marcado acercarme a los clásicos en la literatura. Así que hace unos días he empezado a leer Madame Bovary.
¿Y tú? ¿Te animas a plantearte retos?, ¿retos que te hagan estar mejor contigo mismo? Me gustaría que se hiciera una cadena de buenos pensamientos y acciones y que entre todos, las compartiéramos.
Por eso he puesto el correo electrónico del programa, lacanastillademama@gmail.com  a tu disposición para que nos lo cuentes y nos animes a dar el paso, salir de pensamientos negativos y a estar más feliz. Los tiempos no son fáciles pero nuestra actitud nos puede ayudar a mejorarlos un poquito.
Mándame un correo electrónico o mejor aún una nota de voz contándome tus objetivos y en el próximo podcast lo pondremos. Hagamos una cadena de acciones que nos hagan sentir mejor
¿Te animas?